
El posparto es una etapa de gran agotamiento físico y emocional para las mamás.
El cuidado del recién nacido exige mucha energía, y es normal que el deseo sexual pase a un segundo plano. No hay que precipitarse ni exigir nada, es importante respetar el tiempo necesario para adaptarse a esta nueva etapa de la vida.
Además, es esencial reconocer los cambios físicos que ha experimentado el cuerpo de una mujer durante el embarazo y el parto, después de todo, ¡este cuerpo está en casa!
Estas transformaciones pueden causar molestias e incluso dolor durante las relaciones sexuales. Conviene recordar que el cuerpo se está recuperando, y que cada mujer tiene su propio tiempo para volver a la intimidad física.
Es esencial acoger a la mujer durante este período y recordar que la simbiosis madre-bebé es un momento de plenitud de placer y satisfacción.
El vínculo afectivo y emocional con el recién nacido es intenso y prioritario, y esto puede influir en el deseo sexual de la mujer, haciéndola menos proclive a tener relaciones sexuales en este momento.
No debemos culparnos por sentir que el placer y la conexión se experimentan plenamente en este momento.
Es importante recordar que el diálogo abierto con la pareja es fundamental para comprender las necesidades y limitaciones de cada uno en este momento.
La comunicación empática, el respeto mutuo y la paciencia son pilares esenciales para construir una intimidad sana y placentera en el posparto.
Cada mujer tiene su propio ritmo de recuperación.
No existe una fórmula ni una receta ideal.
Lo esencial es ser comprensivos, respetar los límites y velar por el bienestar físico y emocional de todos los implicados.
Recuerda: en el posparto respetamos los tiempo, cuidamos con amor y abrazamos los cambios con comprensión.

Dra. Greyce Cristina Ferreira Nardi
Doctora Ginecóloga - CRM 50648