Los exámenes de rutina son una excelente estrategia de salud preventiva. Esta práctica ofrece la posibilidad de prevenir enfermedades, garantizar una mejor calidad de vida y contribuir al diagnóstico precoz, lo que permite actuar con mayor rapidez y eficacia.

Sin embargo, hay un exceso de solicitudes de pruebas, que no se ajustan a la lista de pruebas rutinarias, según las directrices del Ministerio de Sanidad. Dado que algunas pruebas sólo deben solicitarse si existen molestias, las solicitudes deben centrarse en estos signos y síntomas.

Algunos ejemplos de estos análisis son: análisis rutinarios de orina y urocultivos, análisis de zinc, cobre, magnesio y fósforo. Además, esta lista también incluye solicitudes de transaminasas en mujeres sanas que no utilizan medicación para la dislipidemia; estas enzimas sólo ayudan a evaluar una situación aguda y no tiene sentido solicitarlas en este caso. Incluso la vitamina D en mujeres sin dolencias y antes de la menopausia, ya que esta vitamina afecta a la salud ósea.

Esto se debe a que ciertas pruebas que son rutinarias para algunos grupos no lo son para otros.

A modo de ejemplo:

• A las mujeres de entre 25 y 65 años se les recomienda una «citología vaginal» o «examen preventivo».
• A las mujeres mayores de 40 años se les recomienda hacerse una mamografía;
• A las mujeres menopáusicas se les recomienda hacerse una densitometría ósea.
• En los grupos no mencionados, no deben realizarse como exámenes rutinarios.

Nos grupos não citados, não devem ser realizados como exames de rotina.

Las razones para no solicitar pruebas no rutinarias son:

• Gasto excesivo en pruebas innecesarias;
• Sobrecarga del sistema sanitario;
• Tratamientos e intervenciones indebidos;
• Falta de garantía sanitaria cuando se realizan de forma indiscriminada.

Por lo tanto, la solicitud de pruebas de acuerdo con las directrices se traduce en una reducción de las actuaciones erróneas. Como resultado, hay más calidad de vida, atención y tratamientos concienzudos basados en la evidencia.